El Hijo de Dios

“Juan también dio testimonio y dijo: ‘Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y permanecer sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquél sobre quien veas que el Espíritu desciende, y que permanece sobre él, es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.’ ” (Juan 1:32-34)

Es como resolver un gran misterio. Usted encuentra una pista en el camino y empieza a colectarlas. Usted hace preguntas para colectar información. Esto puede durar varias horas o tal vez semanas para entender como todo están conectadas. Pero cuando usted encuentra la última pista, todo lo demás inmediatamente se aclara. ¡Caso cerrado!

Dios le dijo a Juan que el Mesías estaba por llegar. Seguramente Juan estaba muy emocionado. El trabajo de su vida se centraba en preparar a las personas para el Mesías y crear un camino para Su llegada. Dios le dijo a Juan exactamente lo que tenía que buscar para encontrar el Mesías. Cuando Juan observó la señal prometida, el misterio fue resuelto. Ahora Juan estaba seguro que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios.

Se puede imaginar conocer a uno de sus primos de nacimiento, pero nunca entender que Él era el Mesías. Juan no pudo conocer a Jesús hasta que Dios se lo reveló. La frase, “Hijo de Dios” apunta a la deidad de Jesucristo. Esta frase apunta a Su origen divino, Su santidad, Su preeminencia, Su eternidad y su relación compartida con el Padre y el Espíritu Santo.

El Mesías fue destinado a gobernar en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Su reino no tiene fin. Su reino prevalecerá sobre toda maldad. Desde ese momento en adelante, Dios hablaría directamente a Su pueblo a través de Jesús, el Hijo de Dios. Era un momento poderoso en la vida de Juan. Aquí se encontró con el Rey de Reyes y el Señor de Señores.

Ahora Jesús pudo llevar las cosas a un nivel diferente. Jesús empezó a bautizar a las personas en el Reino de Dios por medio de la fe en Su gran obra en la cruz del Calvario. A través del poder del Espíritu Santo, Jesús empieza a cambiar vidas. Él hacía mucho más que simplemente apuntar a nuestra salvación. Jesús se convirtió en nuestra salvación.

Repase:  Abra su Biblia y lea 1 Hebreos 1:1-9

Reflexione:  Considere lo siguiente: ¿Cómo ha cambiado su vida después de conocer a Jesús? ¿Cuáles palabras describen este cambio?

Responda:  En oración, pregúntese, “Señor, ¿qué debo cambiar a la luz de estas verdades? ¿Cuáles pasos debo tomar?”

 

Un Devocional de nuestro libro, Andando con Jesús.